La sexualidad sin límites en la antigua Roma

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En la antigua Roma, la sexualidad no solo era una parte de la vida cotidiana, sino que también se celebraba en fiestas extravagantes y escandalosas. En esta entrada de blog, nos adentraremos en el intrigante mundo de las fiestas sexuales romanas, conocidas como bacanales y orgías. Descubriremos cómo estos eventos no solo desafiaban las normas sexuales de la época, sino que también ofrecían una ventana fascinante a la mentalidad y la cultura romanas. Prepárate para un viaje al pasado lleno de lujo, desenfreno y tabúes.

Los bacanales eran festivales dedicados al dios Dionisio, el patrón del vino, la diversión y la fertilidad. A menudo se celebraban en entornos rurales y se caracterizaban por la liberación de inhibiciones. En estas festividades, hombres y mujeres se mezclaban libremente, consumían grandes cantidades de vino y se entregaban a la música, la danza y por supuesto, el sexo. La mentalidad detrás de los bacanales era que al liberarse de las restricciones sociales, uno podía conectarse más profundamente con la naturaleza y lo divino.

Las orgías romanas eran una manifestación más urbana de la liberación sexual. A menudo tenían lugar en villas y mansiones de personas adineradas y eran exclusivas, restringidas a una élite selecta. Estas extravagantes reuniones incluían comidas opulentas, entretenimiento lujoso y, por supuesto, relaciones sexuales. A diferencia de lo que podríamos imaginar hoy en día, las orgías romanas no eran necesariamente sin restricciones y caóticas; había normas sociales y códigos de conducta que regulan estas reuniones.

Aunque estas fiestas sexuales romanas pueden parecer escandalosas, son un testimonio de cómo la sociedad romana veía la sexualidad. Para los romanos, el deseo y la pasión eran aspectos naturales de la vida humana. Celebrarlos en fiestas como los bacanales y las orgías les permitía a las personas escapar de las restricciones cotidianas y conectarse con su naturaleza más primitiva.

¿Qué escondían las orgías griegas?

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En la antigua Grecia fue donde se creó el término “orgía”. Se dice que fueron los primeros en disfrutar de los placeres en grupo, donde los actos carnales se realizaban con total libertad y desenfreno, y se llegaba a un estado totalmente primitivo; a través de los sacrificios de animales, bailes y orgasmos.

En la edad griega, en el siglo V a. C; los ciudadanos de todas las clases sociales practicaban una ceremonia en honor al Dios griego Dionisio; el cual era regente del vino y la fertilidad.

Dionisio era un dios extraño, se le conocía; sobre todo, como el inventor del vino, pero su propósito era el de manifestarse a través del éxtasis y la lujuria. Las ceremonias estaban acompañadas de danzas, canciones alusivas al sexo, sustancias alucinógenas y mucho vino.

Según la tradición, a estas celebraciones acudían damas de compañía; denominadas hetairas o lo que hoy en día conocemos como escorts, y eran invitadas a cenas organizadas por la flor y nata de la sociedad que derivan en grandes orgías en las que los esclavos más codiciados participaban del jolgorio general.

Era tal la liberación que permitían las orgias, que eso incluía eliminar todas las leyes y prejuicios, por ello el sexo entre personas del mismo género era completamente normal.

El éxito de las orgías (aunque solo se realizaban dos veces al año) fue en aumento, y empezó su divulgación y su popularidad se extendió hasta el pueblo de Roma; donde empezaron a practicarlo, pero al tener sus propios dioses y tradiciones, le cambiaron el nombre a “Bacanal” en honor al dios Baco.

No hay ninguna duda de que las orgías griegas fueron todo un espectáculo para la época.

La bacanal su predecesor, fue la evolución de esta celebración y los romanos más poderosos organizaban estas fiestas donde además se hablaba de negocios y de conspiraciones políticas. Eso provocó la reacción del Senado, que aprobó un decreto en 186 a. C. para intentar acabar con ellas, pero las bacanales se siguieron practicando, pasando de ser un evento público a uno clandestino.